Did an interview with La Tercera newspaper, in Chile about kawaii culture. Thanks Nicolas Diaz for dropping me a line. It is in Spanish, but check it out if you understand!
Si se le preguntara a una persona común y corriente qué es
lo primero que relaciona con Japón, las respuestas variarían mucho según
la edad: tal vez los mayores recordarían al país del sol naciente como
la cuna de los samuráis y las geishas, mientras que otros recordarían la
calidad de sus productos electrónicos, como los televisores. Pero en el
caso de la generación más joven, está claro que la principal y más
reciente influencia del país nipón ha sido, simplemente, la estética
kawaii.
Esta tendencia está representada principalmente por animales
antropomorfizados como Hello Kitty o el oso Rilakkuma, los que son
fácilmente reconocibles por sus formas redondas y colores fuertes que
dominan prácticamente todo tipo de juguetes, libros y accesorios. Si
bien estos personajes llegaron al mundo occidental a través de medios
como los videojuegos, el manga y el animé, ahora forman parte de la
conciencia colectiva.
Los orígenes más profundos de la cultura kawaii -término que
significa “lindo” o “tierno” en japonés- se remontan al período Edo
(1603-1868), una era de paz y prosperidad en la historia japonesa en la
que las artes y culturas experimentaron un alto crecimiento. En esa
época surgieron obras de xilografía que muestran a animales
antropomorfizados y que podrían ser los antepasados más antiguos de
Hello Kitty. Según Keiko Nakamura, curadora del museo Yayoi-Yumeji en
Tokio, el año decisivo para el establecimiento de esta estética fue
1914, cuando el ilustrador Yumeji Takehisa abrió una tienda
especializada en artículos con ilustraciones que representaban imágenes
dulces y tiernas, con el objetivo de venderlas a muchachas escolares de
la alta sociedad japonesa.
“El boom definitivo no fue hasta los 80, con el lanzamiento de íconos
como Hello Kitty. Eso se extendió a los 90, durante la burbuja
económica japonesa que significó una larga época de crecimiento y
consumo”, dice Manami Okazaki, periodista japonesa especializada en
cultura pop y con nueve libros publicados, entre ellos Kawaii!: la
cultura japonesa de lo lindo.
“La cultura kawaii ha significado una gran influencia en la cultura
pop mundial, porque resuena con una juventud global que está muy
motivada por lo visual, con una gran atención al detalle y que admira la
sensibilidad japonesa cuando se trata de la moda o el arte. Estos
aspectos son ideales en un mundo que busca compartir y conseguir ‘me
gusta’ en redes sociales como Instagram”, dice Okazaki.
Si bien internet ha sido clave para propagar este fenómeno, el kawaii
también se manifiesta en otras formas: “Hoy se la ve en una gran
variedad de formatos, desde comida hasta ropa y diseño gráfico. Además,
puede mezclarse con otras tendencias ya existentes. Por ejemplo, en
EE.UU. muchas chicas usan imágenes kawaii mezcladas con elementos del
punk y feminismo para crear su propia imagen”, añade Okazaki.
El movimiento en Chile
En nuestro país, el inicio del fenómeno está fuertemente vinculado a
la masificación de la cultura “otaku”, es decir, aquellos fanáticos del
manga y el animé, así como también los videojuegos. Si bien marcas como
Hello Kitty y otros personajes de Sanrio (su compañía creadora) ya
existían en Chile al momento del “boom otaku” que trajo al país series
como Dragon Ball y Sailor Moon, el alcance del animé en la TV abierta
atrajo a más personas hacia este fenómeno.
“Hoy te das cuenta que ya no es una mera moda, sino un concepto
cultural, artístico e intelectual que se ha establecido con fuerza”,
dice Carlos Humberto Rozas, magíster en educación de la Universidad
Católica y profesor de historia y cultura de Japón del Instituto
Chileno-Japonés. “Incluso, ya existen tiendas de accesorios,
peluquerías, talleres de tatuajes y grupos musicales que apuntan a esta
estética sin estar vinculados directamente a los fanáticos del manga y
el animé”, agrega.
Tal como explica Rozas, la última década ha visto un crecimiento
explosivo de la cultura y estética kawaii fuera del grupo que la vio
nacer en el país. En la cultura pop chilena existen una serie de
exponentes que, si bien consideran al animé y el manga como claras
influencias, comparten sus creaciones con un público objetivo lejano a
las comunidades de nicho.
Un ejemplo es Milton Mahan, mitad del dúo pop Dënver junto a Mariana
Montenegro. Al preparar el debut del nuevo disco titulado Sangre-cita,
Mahan apostó por utilizar una estética kawaii en su último video musical
Mai Lov. Su primer acercamiento con la estética de lo tierno fue de
adolescente, en pleno boom otaku: “Entre los animé que daban por la
tele, los videojuegos y muchos ratos de ocio acumulé muchísimas montañas
de dibujos hechos por mí y algunos cómics malísimos. Por ahí logré
entrar a este lenguaje que para mi tenía que ver más con lo kawaii que
con la cultura real del Japón”, explica.
La ingeniera en sonido, estilista y músico Felicia Morales, también
se cautivó por la imagen del animé durante su adolescencia, algo que aún
conserva como parte de su estética en el día a día. “Empezó a aceptarse
de forma más masiva en Chile en la época de las tribus urbanas. Cuando
se mostraron todos los estilos en programas de televisión abierta se
masificó todo lo sucedía con la juventud en Chile. Pese a que nunca
faltó la gente que se reía, se hizo más normal ver a gente vestida de
forma muy distinta por las calles y lo kawaii se empezó a conocer”,
cuenta.
Morales cumplió con uno de sus sueños al viajar a Japón por primera
vez en 2015. Aunque reconoce que es una parte importante de toda la
estética, cree que no es necesario ser un experto en el país nipón para
identificarse con su estilo de imagen tan característico. “Yo me
considero una seguidora hace ya bastante tiempo y lo que conocí más a
fondo fue el lado religioso y ancestral del país”.
Otra fuerte exponente de la cultura kawaii local es Karina Marchant,
tatuadora profesional y especializada en todo tipo de diseños de este
estilo basados en personajes del mundo del animé, manga o videojuegos,
así como también otros diseñados por ella misma. Su estudio de tatuajes,
Pequeño Tokio Tattoo Studio, ha amasado una importante popularidad en
las redes sociales locales, sumando más de 30 mil seguidores entre
Instagram y Facebook.
“Muchos de mis clientes me cuentan que les daba vergüenza ir a una
tienda de tatuajes a pedir que le hicieran su idea porque quizás se iban
a reír de ellos o no lo iban a querer hacer simplemente porque no es
una temática de tatuaje tan tradicional”, cuenta. Entre sus principales
influencias hay artistas japoneses y otros artistas americanos o
europeos que siguen esta línea: “Principalmente, la marca de ropa Doki
Doki, los artistas del estilo “superflat” Aya Takano y Yoshitomo Nara,
la cantante japonesa Kyary Pamyu Pamyu y la tatuadora norteamericana
Alex Strangler”.
En el mercado
No sólo de arte vive el mundo de lo kawaii: concebido para un mundo
consumista, no es difícil encontrar todo tipo de accesorios, juegos,
juguetes y snacks, entre otros. Si bien en un principio eran difíciles
de conseguir porque se requería viajar a otro país o conseguirlos por
internet, ahora el mercado chileno tiene opciones para cualquiera que
desee echarle un vistazo a todo este colorido universo.
Pamela Díaz Catalán (27) es una pionera: dueña de la tienda Paraíso
Kawaii, ubicada en la galería Dos Caracoles de Providencia (Providencia
2216 Local 18A), explica que tras un tiempo vendiendo artículos
importados de Asia a través de redes sociales, la demanda la motivó a
abrir una tienda presencial: “Partió como un proyecto personal, ya que
veía que no habían muchas tiendas que vendieran productos kawaii en
Chile y creía que podría ser un buen negocio. Con el tiempo me lo tomé
más en serio y pudimos abrir un local que lleva dos años en
funcionamiento. En total, ya son cinco”.
Ella explica que, entre los artículos que más vende destacan los
polerones con personajes como Totoro (de la película del estudio
Ghibli), Alpacasso (alpacas de peluche) y accesorios de escritorio, como
lápices o libros de notas. Supermercados asiáticos, como los del barrio
de Patronato en Recoleta, también son enclaves clásicos para hallar
artículos kawaii. China House Market (Antonia López de Bello 310) se
especializa en snacks como galletas en forma de Koala (Koala’s March),
los clásicos chocolates en palito que son parte de cientos de animés
(Pocky) o los más nuevos sets de comida instantánea “Popin Cookin”,
todos de origen japonés.
El caso de “Popin Cookin” es especial, ya que a pesar de venderse en
Japón hace ya un buen tiempo no se popularizaron en Occidente hasta que
YouTube se empezó a llenar de videos que mostraban cómo prepararlos. El
set consiste en pequeños sobres de polvo con ingredientes deshidratados
que se mezclan con agua usando herramientas que vienen incluidas
(cucharas, platos, etc.), por lo que permite “cocinar” una muy pequeña
cena completa sólo agregando agua.
La llegada y masificación de estos productos es una clara muestra de
que Chile sigue los pasos del resto del mundo occidental frente a la
invasión kawaii. “Cuando entrevisto a gente en Japón sobre el tema, no
entienden qué tiene de especial”, explica Okazaki. “Para ellos es parte
de la vida cotidiana. Por ejemplo, mi tarjeta de crédito tiene una
imagen de Miffy (un personaje de libros infantiles), viajo regularmente
en un avión con personajes de manga pintados encima, y estoy comiendo
galletas en forma de koala. Sí, creo que definitivamente pasará lo mismo
en Occidente”.