Monday 29 February 2016

LA TERCERA

Did an interview with La Tercera newspaper, in Chile about kawaii culture. Thanks Nicolas Diaz for dropping me a line. It is in Spanish, but check it out if you understand!





Si se le preguntara a una persona común y corriente qué es lo primero que relaciona con Japón, las respuestas variarían mucho según la edad: tal vez los mayores recordarían al país del sol naciente como la cuna de los samuráis y las geishas, mientras que otros recordarían la calidad de sus productos electrónicos, como los televisores. Pero en el caso de la generación más joven, está claro que la principal y más reciente influencia del país nipón ha sido, simplemente, la estética kawaii.

Esta tendencia está representada principalmente por animales antropomorfizados como Hello Kitty o el oso Rilakkuma, los que son fácilmente reconocibles por sus formas redondas y colores fuertes que dominan prácticamente todo tipo de juguetes, libros y accesorios. Si bien estos personajes llegaron al mundo occidental a través de medios como los videojuegos, el manga y el animé, ahora forman parte de la conciencia colectiva.

Los orígenes más profundos de la cultura kawaii -término que significa “lindo” o “tierno” en japonés- se remontan al período Edo (1603-1868), una era de paz y prosperidad en la historia japonesa en la que las artes y culturas experimentaron un alto crecimiento. En esa época surgieron obras de xilografía que muestran a animales antropomorfizados y que podrían ser los antepasados más antiguos de Hello Kitty. Según Keiko Nakamura, curadora del museo Yayoi-Yumeji en Tokio, el año decisivo para el establecimiento de esta estética fue 1914, cuando el ilustrador Yumeji Takehisa abrió una tienda especializada en artículos con ilustraciones que representaban imágenes dulces y tiernas, con el objetivo de venderlas a muchachas escolares de la alta sociedad japonesa.

“El boom definitivo no fue hasta los 80, con el lanzamiento de íconos como Hello Kitty. Eso se extendió a los 90, durante la burbuja económica japonesa que significó una larga época de crecimiento y consumo”, dice Manami Okazaki, periodista japonesa especializada en cultura pop y con nueve libros publicados, entre ellos Kawaii!: la cultura japonesa de lo lindo.

“La cultura kawaii ha significado una gran influencia en la cultura pop mundial, porque resuena con una juventud global que está muy motivada por lo visual, con una gran atención al detalle y que admira la sensibilidad japonesa cuando se trata de la moda o el arte. Estos aspectos son ideales en un mundo que busca compartir y conseguir ‘me gusta’ en redes sociales como Instagram”, dice Okazaki.
Si bien internet ha sido clave para propagar este fenómeno, el kawaii también se manifiesta en otras formas: “Hoy se la ve en una gran variedad de formatos, desde comida hasta ropa y diseño gráfico. Además, puede mezclarse con otras tendencias ya existentes. Por ejemplo, en EE.UU. muchas chicas usan imágenes kawaii mezcladas con elementos del punk y feminismo para crear su propia imagen”, añade Okazaki.

El movimiento en Chile 
En nuestro país, el inicio del fenómeno está fuertemente vinculado a la masificación de la cultura “otaku”, es decir, aquellos fanáticos del manga y el animé, así como también los videojuegos. Si bien marcas como Hello Kitty y otros personajes de Sanrio (su compañía creadora) ya existían en Chile al momento del “boom otaku” que trajo al país series como Dragon Ball y Sailor Moon, el alcance del animé en la TV abierta atrajo a más personas hacia este fenómeno.

“Hoy te das cuenta que ya no es una mera moda, sino un concepto cultural, artístico e intelectual que se ha establecido con fuerza”, dice Carlos Humberto Rozas, magíster en educación de la Universidad Católica y profesor de historia y cultura de Japón del Instituto Chileno-Japonés. “Incluso, ya existen tiendas de accesorios, peluquerías, talleres de tatuajes y grupos musicales que apuntan a esta estética sin estar vinculados directamente a los fanáticos del manga y el animé”, agrega.

Tal como explica Rozas, la última década ha visto un crecimiento explosivo de la cultura y estética kawaii fuera del grupo que la vio nacer en el país. En la cultura pop chilena existen una serie de exponentes que, si bien consideran al animé y el manga como claras influencias, comparten sus creaciones con un público objetivo lejano a las comunidades de nicho.

Un ejemplo es Milton Mahan, mitad del dúo pop Dënver junto a Mariana Montenegro. Al preparar el debut del nuevo disco titulado Sangre-cita, Mahan apostó por utilizar una estética kawaii en su último video musical Mai Lov. Su primer acercamiento con la estética de lo tierno fue de adolescente, en pleno boom otaku: “Entre los animé que daban por la tele, los videojuegos y muchos ratos de ocio acumulé muchísimas montañas de dibujos hechos por mí y algunos cómics malísimos. Por ahí logré entrar a este lenguaje que para mi tenía que ver más con lo kawaii que con la cultura real del Japón”, explica.
La ingeniera en sonido, estilista y músico Felicia Morales, también se cautivó por la imagen del animé durante su adolescencia, algo que aún conserva como parte de su estética en el día a día. “Empezó a aceptarse de forma más masiva en Chile en la época de las tribus urbanas. Cuando se mostraron todos los estilos en programas de televisión abierta se masificó todo lo sucedía con la juventud en Chile. Pese a que nunca faltó la gente que se reía, se hizo más normal ver a gente vestida de forma muy distinta por las calles y lo kawaii se empezó a conocer”, cuenta.

Morales cumplió con uno de sus sueños al viajar a Japón por primera vez en 2015. Aunque reconoce que es una parte importante de toda la estética, cree que no es necesario ser un experto en el país nipón para identificarse con su estilo de imagen tan característico. “Yo me considero una seguidora hace ya bastante tiempo y lo que conocí más a fondo fue el lado religioso y ancestral del país”.
Otra fuerte exponente de la cultura kawaii local es Karina Marchant, tatuadora profesional y especializada en todo tipo de diseños de este estilo basados en personajes del mundo del animé, manga o videojuegos, así como también otros diseñados por ella misma. Su estudio de tatuajes, Pequeño Tokio Tattoo Studio, ha amasado una importante popularidad en las redes sociales locales, sumando más de 30 mil seguidores entre Instagram y Facebook.

“Muchos de mis clientes me cuentan que les daba vergüenza ir a una tienda de tatuajes a pedir que le hicieran su idea porque quizás se iban a reír de ellos o no lo iban a querer hacer simplemente porque no es una temática de tatuaje tan tradicional”, cuenta. Entre sus principales influencias hay artistas japoneses y otros artistas americanos o europeos que siguen esta línea: “Principalmente, la marca de ropa Doki Doki, los artistas del estilo “superflat” Aya Takano y Yoshitomo Nara, la cantante japonesa Kyary Pamyu Pamyu y la tatuadora norteamericana Alex Strangler”.

En el mercado
No sólo de arte vive el mundo de lo kawaii: concebido para un mundo consumista, no es difícil encontrar todo tipo de accesorios, juegos, juguetes y snacks, entre otros. Si bien en un principio eran difíciles de conseguir porque se requería viajar a otro país o conseguirlos por internet, ahora el mercado chileno tiene opciones para cualquiera que desee echarle un vistazo a todo este colorido universo.

Pamela Díaz Catalán (27) es una pionera: dueña de la tienda Paraíso Kawaii, ubicada en la galería Dos Caracoles de Providencia (Providencia 2216 Local 18A), explica que tras un tiempo vendiendo artículos importados de Asia a través de redes sociales, la demanda la motivó a abrir una tienda presencial: “Partió como un proyecto personal, ya que veía que no habían muchas tiendas que vendieran productos kawaii en Chile y creía que podría ser un buen negocio. Con el tiempo me lo tomé más en serio y pudimos abrir un local que lleva dos años en funcionamiento. En total, ya son cinco”.

Ella explica que, entre los artículos que más vende destacan los polerones con personajes como Totoro (de la película del estudio Ghibli), Alpacasso (alpacas de peluche) y accesorios de escritorio, como lápices o libros de notas. Supermercados asiáticos, como los del barrio de Patronato en Recoleta, también son enclaves clásicos para hallar artículos kawaii. China House Market (Antonia López de Bello 310) se especializa en snacks como galletas en forma de Koala (Koala’s March), los clásicos chocolates en palito que son parte de cientos de animés (Pocky) o los más nuevos sets de comida instantánea “Popin Cookin”, todos de origen japonés.

El caso de “Popin Cookin” es especial, ya que a pesar de venderse en Japón hace ya un buen tiempo no se popularizaron en Occidente hasta que YouTube se empezó a llenar de videos que mostraban cómo prepararlos. El set consiste en pequeños sobres de polvo con ingredientes deshidratados que se mezclan con agua usando herramientas que vienen incluidas (cucharas, platos, etc.), por lo que permite “cocinar” una muy pequeña cena completa sólo agregando agua.


La llegada y masificación de estos productos es una clara muestra de que Chile sigue los pasos del resto del mundo occidental frente a la invasión kawaii. “Cuando entrevisto a gente en Japón sobre el tema, no entienden qué tiene de especial”, explica Okazaki. “Para ellos es parte de la vida cotidiana. Por ejemplo, mi tarjeta de crédito tiene una imagen de Miffy (un personaje de libros infantiles), viajo regularmente en un avión con personajes de manga pintados encima, y estoy comiendo galletas en forma de koala. Sí, creo que definitivamente pasará lo mismo en Occidente”.